Bitácora de un viaje por el cáncer. De un viaje que no va a matarme, que no va arrastrarme. De un viaje que es más bien una piedra en el camino, en éste que me mantiene entre el estar y el ir.



viernes, 1 de octubre de 2010

Esta quizás, no me la perdonan

He tenido que leer varias veces lo que escribí la semana pasada para asegurarme de que volveré a sentirlo. Hoy viernes, a una semana ya del 3° round sigo con malestar, con molestias en la garganta (ahora tengo las llaguitas que tenía en la boca la semana pasada, en la laringe; que no me privo de nada!) y con ciertas náuseas. Creo que mañana estaré casi, casi bien y el domingo, para festejarlo, me comeré una paella o macarrones que es, sin duda, mi comida favorita! Viva la nouvelle couisine!
Pero dejémonos de sufrires físicos. Hoy voy a mojarme. Pienso escribir, para lectura y aburrimiento de quien me lee lo que pienso de la Democracia y del Reino de los Cielos, que, bien mirado, podría ser lo mismo. Me explico. ¿No creéis que es el cielo un mundo en el que la ciudadanía (o sea, los hombres y mujeres que vivimos en él) somos los dueños y para organizarnos, delegamos en manos de aquellos profesionales que se lo disputen, la capacidad de organizar las cosas y de atendernos como merecemos, o sea, como dueños?. Pues eso es más o menos la democracia, ¿verdad? Ese es el contrato social que se aprobó (por cierto, expresamente solo para hombres según Rousseau, por eso se está arreglándolo para mujeres en el último siglo…) hace ya un par de siglos con la revolución francesa y que daba el poder al dueño; o sea, al pueblo. Se acabaron los monarcas venidos del cielo, los privilegios de la nobleza, la iglesia como poderosa rectora, los feudos y los esclavos. Somos los dueños del aire, del agua, de los ríos, de los mares, de la luz del sol, de las fuentes de energía, de las riquezas del subsuelo y eso nos hace millonarios. Mucho más ricos que Bill Gates, al que ya le gustaría disponer de una parte de la atmósfera, venderla por internet y luego con las “ganancias” decidir qué enfermedad tropical o qué país africano atender y sentirse como Dios.
Y bueno, si somos millonarios, dueños y señores (millonarias, dueñas y señoras también) y tenemos un estado organizado para atendernos, no es mucho pedir que en esa atención se incluya la de la salud, la educación, la justicia, el cuidado de bebes, de los mayores… porque de eso se trata, de que nos traten como a reinas, como a reyes, como a dueños y señoras de lo que somos, del país, del mundo.
Ya sé que corren vientos de ahorro, de reducciones presupuestarias, de volatilidad bursátil (qué poco me gusta escribir esa palabra. Detesto la bolsa y todo lo que se relacione con la especulación financiera); ya sé que nuestros “empleados” hablan de bajarse el sueldo y que hay quejas entre los “arrendatarios” (empresas que disfrutan de los bienes de todos) sobre el precio que hay que pagar por las carreteras por las que circulamos, por los puertos desde donde se reciben o envían mercancías, por el suelo que se recalifica, por la juventud que se les proporciona formados para generar riqueza y por ello nos venden la idea de que la bajada de impuestos es la solución a todos sus males. Ya sé también que desde hace un par de años hay que atender las necesidades urgentes de quienes inventaron el precio del dinero, de quienes dijeron que un dólar era un papel que no se sostenía con ningún valor atrás, de quienes jugaron sin red para hacerse millonarios y se marcharon por la puerta grande dejando el destrozo que han dejado, pero eso no puede hacernos perder el norte: Somos los dueños, las dueñas del mundo y quienes trabajan para nosotros deben de atendernos como merecemos. Y a eso voy.
En Panamá, como en la mayor parte del mundo, los dueños del país no tienen buena atención médica y solo quienes tienen dinero pueden recibir lo que en otras latitudes se llama “servicios de salud dignos”. Solo quienes tienen dinero, solo a los privilegiados. Como antes de que se llamara a esto, estado democrático, como en un estado feudal. A mi si me atienden, pero ni siquiera porque tengo seguro sino porque tengo dinero. 
Mi seguro, uno medio serio según dicen, considera que mi operación era estética y muy cara y decide (unilateralmente, sin que exista nada escrito ni argumentos médicos que me puedan mostrar) devolverme tan solo el 30% de lo que me he gastado. Según ellos, la oncóloga, cobra 3 veces más de lo que el seguro reconoce como normal (debe de ser listísima…) y ellos me devuelven el 30% de ese monto que suponen normal. Del tratamiento de quimio, tengo que pagar el 30%. Total: esto cuesta unos 18.000 dólares. Si hacemos la comparativa en términos de renta per-capita con España, esta broma costaría unos 25.000 euros (eso teniendo un seguro respetable, no hablemos de los que nunca pagaron por uno!!).
No creo que ni un 30% de la población de este país cuente con recursos disponibles para pagar este monto, lo que les llevaría o bien a no ser tratados como merecen o bien a endeudarse para que bancos y aseguradoras sean felices y coman perdices. Y eso que son dueños y dueñas del Canal de Panamá, de cientos de kilómetros de costa en el pacífico y en el Caribe, de miles de hectáreas de selva tropical, de las mayores reservas de cobre de América Latina. Y eso que son dueños de un país entero…
Por ello, cuando se oye hablar contra el estado de bienestar, a una se le ponen los pelos de punta. Volver a las tinieblas, al reino del mal. ¿De verdad que se sostiene la idea de que la culpa de todo la tiene el dueño que se enferma? ¿Alguien se cree que, a pesar de haber incrementado la productividad en el mundo en más de 17 veces en los últimos 50 años la culpa la tienen los viejos que viven mucho o que la gente trabaje poco?  ¡¡Pero si deberíamos, a juzgar por ese dato, de poder jubilarnos a los 40!!. Si con nuestros recursos hay gente muy rica (pero muy, muy rica, tanto que cambian el valor de una moneda tras una reunioncita en un hotel) es que están pagando poco por lo que usan. Y no me digan que los impuestos colapsan a las empresas porque no estaría Suecia o Noruega entre los países de mayor renta del mundo, sino Burundi o Senegal…
Menudo rollo. Debo de estar mejor, aunque me queje. Aunque tengo todavía malestar estomacal. Aunque no esté tan contenta como para poder cantar. Mañana será mejor y les anuncio que queda solo una. Que el próximo viernes me meto en el cuerpo la última dosis de veneno duro y que a partir de ahí, solo escribiré lindezas y hablaré amor y de paz.