Bitácora de un viaje por el cáncer. De un viaje que no va a matarme, que no va arrastrarme. De un viaje que es más bien una piedra en el camino, en éste que me mantiene entre el estar y el ir.



sábado, 16 de octubre de 2010

Sin contrincante en el ring

El viernes pasado, contra mi pronóstico, el doctor que sustituye a la oncóloga (quién está en un congreso de oncoturismo, diría nuestro amigo Jesús Cárdenas) me miró a los ojos y me dijo: no veo ninguna razón para no darte la última sesión. ¿Ninguna razón? ¡Pero si me he pasado casi 12 días de los 15 que hay entre una sesión y otra sufriendo como condenada! Pero mi opinión es demasiado subjetiva y aquí lo que vale es el dato del linfocito; y ese, lo tengo de miedo; así que con los ojos medio llenos de lágrimas como aquellas que llenaban los de Heidi, de esas que no terminan de caer pero te generan el mismo atragante en la garganta, me senté en el sillón como quien va al matadero. ¡La última! era lo único que pensé durante las casi dos horas que dura la sesión. Y además, como dijo el doctor: ya has conocido el abanico total de efectos; esta vez, nada te va a pillar de nuevo. Dos argumentos poderosos: el final del túnel y el arsenal de remedios.
Y así volví a subir al ring, pertrechada con mis mejores armas. Entre las cuerdas, a la espera, me veía como “Hija de Karonte” o “La Maligna”, heroínas de lucha libre mexicana. Sólo de imaginarme con esa máscara, esos músculos y esa habilidad para saltar sobre el contrincante ¡me pongo tan contenta! Si fuera profesional de la lucha, me gustaría llamarme como me definieron alguna vez: "Huracán Yaviza".

Viernes, nada; sábado, golpecillo casi inexistente; domingo, medio de broma; lunes, martes… pero, ¿para cuándo el último embate? ¿Para cuándo llegan los efectos de esa acumulación lógica de toxicidad? ¿Dónde está el malestar general, dónde las náuseas, dónde la tristeza que te embarga por las noches?¿O es que me han metido agua? ¿La última iba de placebo? Porque lo que no puedo ni creer es que el cuerpo se acostumbre a esto... Les juro que estoy desubicada. Que estamos a sábado y he esperado a que pase una semana para declararme “libre de quimio dura” como Panamá se declara “libre de fiebre aftosa”. Pero si empecé con un humilde empate a cero ahora me he quedado moviendo los puños sin llegar a golpear, haciendo esos saltitos medio de entrenamiento en las cuerdas y vestida como en esas peleas, con mallas ridículas y máscara de tigresa. He ganado sin combate y eso, a una, le deja como compuesta y sin novio.
Ya está, ya pasaron los dos meses, ya tuvimos cuatro ciclos y no dejo de recordar las palabras del principio: paciencia, que esto se pasa y reivindico, más que nunca, el “ello parará” de la sabiduría riojana o el más famoso “no hay mal que cien años dure”. Luego vendrán más sesiones de otra quimio pero me aseguran que los efectos negativos serán muy reducidos, que tan solo me seguirá la cara de pardilla que se me ha quedado al caerse el pelo, pero poco más.
Y puestos a seguir con miedo, tan solo me queda decir que ya empiezo a asustarme ante la normalidad. O sea, ¿que quizás voy a estar normal en un par de semanas? ¿Que dejarán mi familia y mis amigos de tratarme con tanto mimo y amor? ¿Que dejaré de sentirme una pobrecita a la que hay que cuidar y tendré que volver a poner cara de comerme el mundo y parecer que puedo con tó? Ay! Que le había cogido gusto al sentirme tan, tan querida… Y una no sabe cómo agradecerlo. ¡Ha sido extraordinario sentirme así! Ha sido tan emocionante, tan inesperado recibir tanto cariño que me resulta difícil volver a la normalidad. De hecho, ahora mismo acabo de decidir que seguiré sintiéndome querida, con o sin blog, con o sin quimio. Que esto no se me va a olvidar y que, queráis o no, os tendré de bastiones y os pondré de ejemplo.

Gracias y lo digo pensando en cada una de vosotras, en cada uno de vosotros. Gracias por atenderme, por pensar en mi, por leer lo que tan bien me ha sentado escribir, por cercar con una especie de círculo de amor este susto. Ojalá querer os haya sentado tan bien como a mí, ser querida.